Por mi experiencia diré que al dedillo no, pero tener controladas ciertas cosas antes de salir puede ahorrarte mucho tiempo y dinero. Y al fin y al cabo cuando te vas de viaje, sobre todo si es una escapada corta, lo que quieres es aprovechar el tiempo al máximo ¿no?
En este primer post del año quiero hacer un pequeño inciso en la importancia que puede tener a veces la planificación.
Siempre que viajo, tanto si lo hago sola como acompañada, soy de las que le gusta perder unas horas antes de salir mirando cositas varias. De hecho no lo considero una pérdida de tiempo porque es algo que me encanta hacer. En mi último viaje, por falta de tiempo no lo hice y lo pagué caro, eso sí, me eché unas buenas risas.
Antes de contarte esta anécdota deja que te diga las cuatro cositas que suelo mirar antes de salir:
Paso 1.
Transporte aeropuerto ciudad: miro la mejor opción para llegar hasta el alojamiento. Una vez escogido el transporte que más me conviene miro también los precios y si puedo incluso saco el billete anticipado. Así cuando llego no tengo que perder tiempo en el aeropuerto, voy directa a lo que necesito.
Paso 2.
Un pequeño itinerario con todo lo que quiero ver. Esto no lo hago de forma minuciosa, simplemente elaboro una lista con lo que quiero ver sí o sí y lo ubico en un mapa. De esa forma puedo ver dónde queda todo y marcarme un pequeño itinerario por días que me permite verlo todo con cierto orden y sin tener que dar tumbos absurdos de un lado para otro. Esto me ahorra tiempo y dinero en transportes innecesarios, además me deja tiempo para la improvisación si por el camino encuentro algo que también deseo ver.
Paso 3.
Una vez sé por dónde me voy a mover más o menos, entonces miro que transporte público me conviene más, ya sea metro, autobús o tranvía. Una vez elegido suelo comprobar el tipo de tarjetas para turistas que existen y voy directa a comprar la que más me conviene.
Paso 4.
Compruebo los horarios y los precios de la entrada de las atracciones turísticas que quiero visitar. Esto lo hago desde que en mi viaje a París dejé una atracción para el último día y resultó que no pude verla porque solo abría un día a la semana y no era el que yo elegí.
Dicho esto, te cuento una anécdota para que entiendas a que me refiero. El destino fue Bélgica y fuimos cuatro amigos. Como he dicho, por primera vez no planifiqué nada, salí de casa y ni siquiera tenía claro a qué hora salía el vuelo. Mis compañeros de viaje están acostumbrados a que ese tipo de cosas las hago yo, así que nos encontramos con que ninguno de los cuatro había mirado nada.
Podría nombrar varias cositas que nos sucedieron y nos hicieron perder un tiempo considerable, pero solo te voy a contar dos.
Anécdotas
Elegimos alojarnos en Gante (esto fue lo único que hicimos previamente). Teniendo en cuenta las ciudades que queríamos visitar esta estaba en el centro, hasta aquí perfecto. Partiendo de ahí nos movimos en tren. Lo cogimos tres veces, una para ir a Brujas, otra para Amberes y otra para Bruselas. El día que volvíamos de Amberes descubrimos que si hubiéramos comprado los billetes de ida y vuelta a la vez, en lugar de comprar primero la ida y después la vuelta nos hubiéramos ahorrado la mitad de lo que pagamos. Esta es una de esas cosas que si yo hubiera mirado con tiempo habría sabido.
La otra anécdota, que fue la que pagamos cara pero también me reí mucho fue el día que nos íbamos. Se nos fue la olla de tal manera que todos calculamos la salida teniendo en cuenta el tiempo que el tren tardaba en llegar de Gante a Bruselas, obviando el que necesitábamos para llegar de Bruselas al aeropuerto. Cuando nos dimos cuenta de eso corrimos para llegar a la estación de tren antes, pero resulta que en Gante hay dos estaciones y la que elegimos no tenía tren directo a Bruselas, tuvimos que cogerlo ahí para ir a la otra estación a hacer transbordo.
No haber perdido media horita en casa para mirar esos detalles, hizo que para cuando llegamos a la estación correcta, ya no nos daba tiempo a coger el tren a Bruselas y de allí al aeropuerto, nuestro avión salía antes de que llegáramos. Tuvimos que coger un taxi que nos costó 150 € (más lo que habíamos pagado en trenes y no sirvió de nada) para llegar al aeropuerto a tiempo.
Lo mejor es que cuando el taxista nos dejó en la puerta del aeropuerto lo primero que vimos fue un cartel luminoso que decía que el vuelo a Barcelona (el nuestro), salía con dos horas de retraso.
No digo que me arrepienta de no haber mirado antes, porque confieso que esa mañana en lugar de ponernos nerviosos nos dio por tomarlo a cachondeo y nos reímos una barbaridad. Ha sido uno de mis mejores viajes.
El único mensaje que quiero mandar con este post es que, perder un poco de tiempo antes de viajar te lo hace ganar durante el viaje. ¡A seguir viajando!
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